Una frondosa alameda de viejos ficus, de unos 1,8 kilómetros a manera de una portada verde y fresca, nos lleva desde el desvío de la carretera Panamericana hasta lo que fue esa imponente ciudad Moche, construida a la sombra de un cerro, idéntica a las Huacas del Sol y La Luna.Estamos en el impresionante complejo arqueológico Mocollope, situado en el distrito Chocope, en la provincia de Ascope, a menos de 45 minutos de Trujillo, y al que se llega a través del que fue el antiguo camino a la hacienda casa Grande. Segun pisamos esa explanada que antecede a las estructuras de adobe, un halo de energía nos invade, como si viniera de aquella montaña sagrada en la que se habrían desarrollado rituales en honor a sus dioses.
Ascendemos a una de las murallas que bordea los 10 metros de alto y que se mantiene en pie, a pesar del tiempo, la inclemente naturaleza y la acción depredadora de los huaqueros. Desde la cima avistamos la extensión territorial que ocupó esta antigua ciudad, con pasadizos, tumbas, plazas ceremoniales, talleres, adoratorios... Esa grandeza se desluce ante nuestros ojos y nos invade una confusión de sentimientos (nostalgia, cólera, indignación...) e impotencia al constatar que esa obra de arte, esa grandeza histórica ha sido convertida en un “suelo lunar” por los saqueadores de piezas arqueológicas.
En la ladera este del cerro Mocollope, advertimos la presencia de arquitectura monumental Gallinazo y Mochica (siglos 0 – VIII D.C) contemporánea con la Huaca Cao Viejo (complejo El Brujo). Destacan las evidencias de decoración mural policroma y recintos intercomunicados de gran valor ceremonial, un indicador de que se trató de un lugar muy importante.
El edificio este lo conforma una construcción de piedra revestida con barro asociado a un conjunto de terrazas superpuestas. Asimismo, se ubica una plaza ceremonial central con dos grandes terrazas escalonadas laterales, orientadas de este a oeste, de estilo Mochica, el mismo que contiene restos funerarios.
De la misma manera se avistan construcciones en forma de andenes en la pendiente del cerro y una plaza ceremonial en la parte alta. Franco Jordán pone especial énfasis en advertir que éste es un sitio con las mismas características de la Huaca de la Luna, es decir, que se asienta al pie de un cerro tutelar, lo cual evidencia la presencia de espacios dedicados a los sacrificios humanos como ofrendas a los dioses.
También hay una pirámide de piedra y una escalinata del mismo material, a través de la cual se asciende al cerro. El mismo que podría convertirse en un mirador natural cuando sea puesto en valor. Por su importancia histórica fue reconocido como sitio integrante del Patrimonio Cultural de la Nación Mediante Resolución Directoral N° 117, en diciembre de 1994, por lo que fue el Instituto Nacional de Cultura (INC) de La Libertad.